Amor mío, di que ves si me miras a los ojos una luz que se apagó como dos faroles rotos el deseo de vivir es lo que me está matando la memoria de lo que fui como plomo en mis zapatos
Y hay un tiempo para creer, tiempo para buscar hay un tiempo para olvidar todo lo que pudo ser y nunca será
Las canciones que escuché y los labios que he besado todo aquello en lo que confié tiene los días contados
Y hay un tiempo para creer, tiempo para buscar hay un tiempo para olvidar todo lo que pudo ser y nunca será Es nuestro tiempo, oh-oh Es nuestro tiempo, oh-oh
Y hay un tiempo para existir, en el tiempo que te han dado para dejar atrás los fantasmas del pasado Y hay un tiempo para creer, tiempo para buscar hay un tiempo para olvidar todo lo que pudo ser y nunca será Es nuestro tiempo, oh-oh Es nuestro tiempo, oh-oh
Es nuestro tiempo tan extraño y violento parece que es el fin y solo es el comienzo.
Hombres que cuiden la tierra,
mujeres que nutran las planta.
Hombres que cuiden la tierra,
mujeres que nutran las plantas
Niños que escuchan atentos
a la voz de su abuelo,
niños que escuchan atentos
a la historia de su abuelo.
Y ahí apareces tú,
con tu ser luminoso,
Y ahí apareces tú,
con tu ser poderoso,
con tu ser luminoso.
Naturaleza,
que viaja adentro de tí,
Naturaleza,
Hombres que cuiden la tierra,
mujeres que nutran las planta.
Hombres que cuiden la tierra,
mujeres que nutran las plantas
Niños que escuchan atentos
a la voz de su abuelo,
niños que escuchan atentos
a la historia de su abuelo.
Y ahí vives tú,
con tu ser luminoso
Y ahí vives tú,
con tu ser poderoso
con tu ser luminoso…
Canto a la madre naturaleza
A tu misterio invisible.
Canto a la fuerza que alimenta
nuestra danza para esta vida.
Canto a la fuerza que va abriendo
el camino de nuestros sueños.
Canto a la madre naturaleza
A tu misterio invisible.
Canto a la fuerza que alimenta
nuestra danza para esta vida.
Canto a la fuerza que va abriendo
el camino de nuestros sueños.
Guerrera que ha peleado muchas batallas a veces por necesidad, a veces por deseo a veces por ignorancia a veces por la ebullición de los volcanes que me habitan. Como si viniera de Sarmacia o hubiera peleado en Troya. ¿Acaso con el pecho cercenado para acomodarme el arco en la noche triste de Tenochtitlan? Acaso con este fuego del centro del universo que no me permite detenerme y aceptar que el mundo sigue girando sin mi, tranquilamente.
Arco, lanza, hacha, escudo y casco me derrumban. No puede ya mi cuerpo con tantos semáforos derretidos escurriéndose por las alcantarillas. Quiero que me arrastren los ríos que ya no se devuelven sobre sus cauces muertos cauces amortajados para el funeral con coronas de plástico y llantas Good Year-Firestone.
Piedra de Fuego, eso soy buscando ansiosamente un río de agua fresca para apagar la sed del miedo el hedor de azufre en cada hueco desolado que se dispara estridente sobre mi camisa. Batallas candentes las de mi ropa.
Walkiria en la corriente de otros ríos que no son míos y que viaja a mares de otras latitudes. Perdida estoy.
Estoy cansada y no quiero que Aquiles me mate. No quiero errar por el mundo como el fantasma de una heroína muerta. Opuse todas las resistencias tantas que no sé como dejar que el arca de las alianzas penetre mi nido. Quizá deba preguntarle a Violeta como es que se va enredando el musguito en la piedra y quedarme quieta dejar que la corriente me arrastre y me lleve a los Siete Mares que me llaman o simplemente irme a los montes lejos de las cajas de seguridad y las cuentas amortiguadas por el alma de cada cosa que adorna la soledad del vecindario.
Me mata tu soledad tan llena de autos tu soledad tan segura de impuestos me mata tu amor con tanta medida tu amor de río verdegrís con palabras oxidadas, enmohecidas, entumecidas al amanecer, vacías de tanto decirlas vaciadas sin esencia de la carne, del instinto, la intuición.
Guerrera no. Yo quiero ser rama de cortez amarillo, coposa derrochando soles en el humilde aire que respiro y amarte desde este lado de mi amor ahora que ya no me importa que digás te amo porque mi amor está primero que el tuyo mi amor está por encima de todas las batallas de todas las distancias de todos los escudos y los arcos y los pechos cercenados mi amor sigue su viaje con vos o sin mí evaporándose y llevando fragmentos de mar a la estratosfera para soñar con sirenas que llueven amaneceres como este en que depongo las armas y me retiro.
Desaprender la guerra, realimentar la risa,
deshilachar los miedos, curarse las heridas.
Difuminar fronteras, rehuir de la codicia,
anteponer lo ajeno, negarse a las consignas.
Desconvocar el odio,
desestimar la ira,
rehusar usar la fuerza,
rodearse de caricias.
Reabrir todas las puertas,
sitiar cada mentira,
pactar sin condiciones,
rendirse a la Justicia.
Rehabilitar los sueños, penalizar las prisas,
indemnizar al alma, sumarse a la alegría.
Humanizar los credos, purificar la brisa,
adecentar la Tierra, reinaugurar la Vida.
Desconvocar el odio,
desestimar la ira,
rehusar usar la fuerza,
rodearse de caricias.
Reabrir todas las puertas,
sitiar cada mentira,
pactar sin condiciones,
rendirse a la Justicia.
Desaprender la guerra, curarse las heridas.
Desaprender la guerra, negarse a las consignas.
Desaprender la guerra, rodearse de caricias.
Desaprender la guerra, rendirse a la Justicia.
Desaprender la guerra, sumarse a la alegría.
Desaprender la guerra, reinaugurar la Vida.
…¿Por qué vuelvo a escarbar de nuevo en la obra de Miguel Hernández…?
Fundamentalmente por dos razones. Una, porque este año se cumple el Centenario del nacimiento del poeta y, como viejo amigo que soy, me sentía en la obligación de celebrarlo desde los escenarios. La gente me lo iba a pedir. La gente ama al poeta y, como yo, no dejaría pasar la onomástica sin recordarla.
En principio, la idea buscaba apenas refrescar el viejo repertorio con un par de nuevas canciones así que, sin grandes expectativas, volví a bucear en su poesía pero a medida que los viejos versos me devolvían nuevas emociones y las ideas se iban materializando en canciones fue creciendo mi entusiasmo hasta que finalmente, a la vista de la bondad del material resultante, aposté decididamente por este trabajo que ahora presento. Una nueva entrega de sus versos listos para cantar.
La otra razón que me ha empujado a volver sobre la obra de Miquel Hernández, la más importante y la que me convenció del interés y validez del proyecto es la intemporalidad de su poesía, la vigencia de sus versos más allá del lugar y el tiempo en que vieron la luz, más allá del contexto en que nacieron, versos que siguen sonando tan sólidos y frescos como si hubieran sido escritos ayer y aquí.
Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.
El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.
Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.
Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento: como los tiburones, voracidad y diente, panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.
Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes.
Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.
Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,
cicatrices y heridas; señales y recuerdos
del hambre, contra tantas barrigas satisfechas: cerdos con un origen peor que el de los cerdos.
Por haber engordado tan baja y brutalmente,
más abajo de donde los cerdos se solazan,
seréis atravesados por esta gran corriente
de espigas que llamean, de puños que amenazan.
No habéis querido oír con orejas abiertas
el llanto de millones de niños jornaleros.
Ladrábais cuando el hambre llegaba a vuestras puertas
a pedir con la boca de los mismos luceros.
En cada casa, un odio como una higuera fosca,
como un tremante toro con los cuernos tremantes,
rompe por los tejados, os cerca y os embosca,
y os destruye a cornadas, perros agonizantes.
II
El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera que se aprende.
Y la ferocidad de nuestros sentimientos,
allá donde el estómago se origina, se enciende.
Uno no es tan humano que no estrangule un día
pájaros sin sentir herida en la conciencia: que no sea capaz de ahogar en nieve fría palomas que no saben si no es de la inocencia.
El animal influye sobre mí con extremo,
la fiera late en todas mis fuerzas, mis pasiones.
A veces, he de hacer un esfuerzo supremo
para acallar en mí la voz de los leones.
Me enorgullece el título de animal en mi vida,
pero en el animal humano persevero.
Y busco por mi cuerpo lo más puro que anida,
bajo tanta maleza, con su valor primero.
Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.
Arroja sus estudios y la sabiduría,
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
de los conocimientos que descubre y procura.
Entonces solo sabe del mal, del exterminio.
Inventa gases, lanza motivos destructores,
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y avanza sobre los comedores.
Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa.
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara
de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa.
Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido,
tanto chacal prohijado, que el vino que me toca,
el pan, el día, el hambre no tenga compartido
con otras hambres puestas noblemente en la boca.
Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi canción presiente.
Si volviera a nacer, si empezara de nuevo,
volvería a buscarte en mi nave del tiempo.
es el destino quien nos lleva y nos guia,
nos separa y nos une a través de la vida.
Nos dijimos adiós y pasaron los años,
volvimos a vernos una noche de sábado,
otro país, otra ciudad, otra vida,
pero la misma mirada felina.
A veces te mataria,
y otras en cambio te quiero comer,
ojillos de agua marina.
Como hablar, si cada parte de mi mente es tuya
y si no encuentro la palabra exacta, como hablar.
Como decirte que me has ganado poquito a poco
tu que llegaste por casualidad, como hablar.
Como un pájaro de fuego que se muere en tus manos,
un trozo de hielo desecho en los labios,
la radio sigue sonando, la guerra ha acabado,
pero las hogueras no se han apagado aún.
Como hablar, si cada parte de mi mente es tuya,
y si no encuentro la palabra exacta, como hablar.
Como decirte que me has ganado poquito a poco,
tu que llegaste por casualidad, como hablar.
A veces te mataria
y otras en cambio te quiero comer,
me estas quitando la vida,
como hablar…
«Cómo hablar» Amaral, con Antonio Vega
…
…
EL SUEÑO DEL CARACOL, es una historia claramente lineal y sucede, ni más ni menos, que lo que se ve. Cuenta únicamente la historia que se narra, aunque trata temas universales y sobre los que uno podría sentarse a reflexionar. Son estos temas universales y reconocibles por todos. Es una historia sobre el destino, sobre la comunicación y la incomunicación. Sobre la valentía y la timidez. Sobre el amor a primera vista y sobre el amor verdadero. Sobre el tiempo y sobre la muerte.
El lenguaje visual se esfuerza por apoyar estos temas y naturalmente su narración.
(LEER DESPUÉS DE HABER VISTO EL CORTOMETRAJE)
[…] Aconsejo un nuevo visionado fijándose en los siguientes aspectos:
(ABSTENERSE QUIEN AÚN NO LO HAYA VISTO Y PRETENDA VERLO)
-El libro que lee Oliver en la cafetería, al principio, trata sobre un accidente de coche. Vaticinando su propio destino.
-Los movimientos circulares de la cuchara en el café… el destino, el circulo de la vida.
-La polilla está siempre presente mientras está Oliver. Julia descubre que esta ha desaparecido de su emplazamiento habitual, el mismo día que Oliver ya no está. Al final, la polilla acompaña de nuevo el ultimo plano en la ventana de la habitación de Julia.
-El libro que al azar coge Julia, es uno con el titulo «El Sueño del caracol». Ambos protagonistas viven en sus mundos separados, escondidos en sus caparazones, y su relación se desarrolla y se mueve despacio, como los caracoles, arrastrando con ellos el peso de sus propios complejos y miedos.
-Se muestran tres mundos distintos. El de Julia, más iluminado y cordial. Uno neutral, de presentación, de encuentro. La cafetería. Y por último la biblioteca, el mundo de Oliver, más oscuro y misterioso, aún por descubrir. Simbolizando ese viaje hacia lo desconocido. Julia tratará de ser valiente por primera vez para luchar de verdad por lo que desea.
-En la entrada de la biblioteca hay una mujer viendo unas cartas del tarot. (Destino, futuro)
-Cuando Julia, en su cuarto, se deja caer con la espalda en la pared, las sombras de la ventana, cobran la forma de una cruz.
Estos son, sin duda, algunos de los más evidentes.
Una de mis mayores motivaciones al enfrentarme a este proyecto, era la de conseguir en tan poco tiempo, no solo contar una historia con principio, desarrollo y final, sino mostrar una evolución y transformación real de los personajes. La Julia del principio no debería de ser la misma 15 minutos más tarde.
También otra de mis motivaciones más importantes fue la de tratar de narrar ese estado de conflicto emocional, ese sentimiento contradictorio de tristeza y felicidad al mismo tiempo. Tristeza por perder para siempre a quien se quiere. Felicidad, por descubrir que se es correspondido en el amor. El destino, la vida y el amor son conceptos inmensos y poderosos que no dudaran en demostrarnos lo insignificantes que somos. CARPE DIEM.
«Vivir es encontrar por sí mismo lo que es verdad,
y usted puede hacerlo sólo cuando hay libertad,
cuando hay una continua
revolución dentro de usted mismo…
Sólo cuando usted está
constantemente preguntando,
constantemente observando aprendiendo
es que se encuentra la verdad, Dios(a) o el amor;
y usted no puede preguntarse, observar, aprender;
no puede estar profundamente atento,
si tiene miedo.
Así es que la función de la educación, ciertamente
es erradicar interior y exteriormente ese miedo
que destruye el pensamiento humano,
la relación humana y el amor.»